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💚 CONSUMIR VEGANO

Hace mucho tiempo comíamos animales: El futuro de la comida

Esperanzador y persuasivo, este libro ofrece una visión tentadora de lo que no solo es posible sino probablemente inevitable.

La mayoría de nosotros sabe que consumir carne perjudica la salud de nuestro planeta, pero, por muchos datos y estadísticas que lo demuestren, no dejamos de hacerlo. Hay un movimiento social que avanza lentamente, pero sin freno en todo el mundo y que los científicos y los futurólogos predicen que será decisivo para el devenir de nuestra especie: el veganismo. En este libro, la destacada antropóloga holandesa Roanne van Voorst dibuja un futuro en el que comer carne y usar a los animales como bienes materiales y de consumo estará mal visto o incluso prohibido. Un futuro en el que este cambio de paradigma supondrá grandes consecuencias en ámbitos como la economía, el clima, la salud o la cultura

En este libro no encontrarás un capítulo tras otro sobre los horrores de la ganadería industrial y el terror que sufren los animales durante el sacrificio. Un flujo constante de datos, sí. Pero con un mínimo de críticas a los consumidores de carne, y sin diatribas. (O, al menos, ninguna hasta el final, cuando estás bien preparado y esperando).

Lo que no quiere decir que ‘Hace mucho tiempo comíamos animales’ no te convenza de dejar la carne, el pescado y los lácteos, o al menos de avanzar en esa dirección reduciendo la cantidad.

La autora es una antropóloga holandesa de 29 años muy pragmática, Roanne van Voorst. Aunque dedica algo de tiempo a hablar de las crueldades de las granjas industriales, de la sobrepesca en los océanos, etc., lo hace en el sorprendente contexto de explicar por qué el conocimiento del sufrimiento de los animales para la alimentación no importa a la hora de conseguir que la gente deje de comerlos.



Ella postula que esto se debe a que nuestra crueldad colectiva hacia estos animales no es una sorpresa. Aunque cada uno de nosotros, individualmente, no sea capaz de enumerar los horrores específicos, ¿quién de nosotros no ha comprendido que las vidas de las criaturas que comemos son, en el mejor de los casos, desagradables y antinaturales, y sus muertes aterradoras? Desde hace décadas nos llegan innumerables libros, programas de televisión y documentales sobre lo que ocurre en las granjas y los mataderos, desde 1906, cuando Upton Sinclair describió los mataderos de Chicago en su novela ‘La jungla’.

No es que carezcamos de compasión, afirma van Voorst. Los seres humanos sentimos lástima, asco e incluso vergüenza. Hacemos la vista gorda ante la crueldad rutinaria “no porque no nos importe, sino precisamente porque nuestros valores humanos profundos son incoherentes con el trato que damos a los animales en nuestra época”. En otras palabras, no podemos soportar pensar en ello.

Nos distanciamos tanto que, en todo el mundo, matamos 150 millones de animales (cerdos, vacas, pollos, cabras, ovejas y todo tipo de peces y otras criaturas marinas) cada día. No hace falta ser un científico del clima para saber que el mundo no puede seguir haciendo eso.

Su suposición sobre lo que nos convencerá de dejar nuestra adicción a la carne, el pescado y los productos lácteos es sencilla: Lo haremos para salvar a nuestras familias.

El cambio climático es un hecho. La ganadería es uno de los principales contribuyentes al aumento global del gas metano, y alrededor del 35% de la superficie de la Tierra es tierra de cultivo. Ya no podemos permitirnos los enormes recursos y la superficie necesaria para la cría de animales destinados a la alimentación. Esto es cierto en todo el mundo y especialmente en Estados Unidos, con su enorme producción de carne y productos lácteos, por no hablar de la consiguiente erosión del suelo y la contaminación del agua que provoca.

(Un inciso: Dos de los encantos de Érase una vez son los ingeniosos compendios de citas para casi todos los párrafos del libro, y la ocasional irrupción de la autora en un discurso contundente. Un ejemplo de esto último: “Se calcula que en 2050 la población de la Tierra será de nueve mil millones de personas. Si la gente vive de la misma manera que el mundo occidental está acostumbrado a hacerlo, estamos todos oficialmente jodidos“).

Una dieta basada en plantas puede evitar que los cambios que se avecinan sean tan catastróficos, afirma van Voorst. Que hagamos el cambio a tiempo depende de si podemos convencer a suficientes personas de que coman de forma diferente.

Pero si avergonzar a la gente por el sufrimiento de los animales no funciona, ¿qué hay de argumentar que cambiar a una dieta vegetariana o vegana es mejor para la salud? Van Voorst resume muchos artículos, estudios médicos y libros que han demostrado que ese cambio es beneficioso, por no decir que está de moda. También enumera las enfermedades causadas o agravadas por el consumo de productos animales y ofrece pruebas convincentes de que los veganos y los vegetarianos son más sanos que el resto de la población.

También en el libro hay una deriva hacia la polémica. Van Voorst vuelve a señalar que los expertos predicen que si continuamos con nuestros actuales patrones de alimentación se producirá un cambio climático catastrófico. Y esos cambios, a su vez, provocarán hambrunas, pobreza, conflictos y refugiados climáticos.

Si queremos que nuestros hijos y nietos vivan en un mundo mínimamente parecido al nuestro, debemos comer de forma diferente empezando “AHORA”. No el año que viene. No dentro de cinco años, cuando los niños se vayan, y no cuando el queso vegano sepa bien. Ahora”.

Biografía del autora

Roanne van Voorst es antropóloga, investigadora, conferenciante y escritora. En 2014 se doctoró en el Amsterdam Institute of Social Science Research y desde entonces trabaja como consultora en el Danish Institute of Internacional Studies. Es presidenta de la Dutch Future Society y consejera científica y fundadora de HATCH, empresa que se encarga de formar a personas para que se anticipen a las necesidades que exigirá la sociedad del futuro en el ámbito laboral. Su trabajo como antropóloga se centra en un concepto al que ella llama «humanidad sostenible».